martes, 4 de octubre de 2011

A Pablo.

Oh! Pablo, dime ensueños que tus versos no han sido escritos para la misma dama
Dímelo para que me convenza que el amor no es uno solo
Dímelo para armarme de valor y emprender la búsqueda 
Oh! Pablo, dímelo para dejar de morir en silencio

Cada mañana y el suplicio del día efímero
Cada esquina solitaria y cada palabra citada
Todo me recuerda, absurdamente, que ya no la tengo a mi lado
Pero a su vez, que sigue estando en cada parte mía

Si el mundo entero fue testigo de esa vida
¿Cómo negar que padezco su ausencia?
¿Cómo negar que ni en los ríos encuentro la calma...
que ni en las flores, ni en la leve brisa, incluso en el inmenso cielo, encuentro la gracia?

Te suplico, Pablo, a ti que has sido quién me enseñó a amarla, que has sido cómplice
Me brindes los escritos del olvido, las palabras de consuelo
Dime ensueños que el amor está en todas partes
Enséñame la vida sin ella, enséñame ahora, a escribir para otro amor... 

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