lunes, 31 de octubre de 2011

Acerca del Abandono [parte 1]

...Quisiera que me cantes, lo que fuese de tu agrado, y me duermas en el umbral de la vida para soñar contigo. Que poses tu mano cálida y suave, sobre mi curtida frente y me veas morir, en silencio. Quisiera que reinventes lo que soy, a tu gusto y placer mujer, con una sola condición; que tu amor sea puro y que jamás me abandones, porque el abandono a mi entender es peor que la muerte. Arbitrariamente afirmo que morir es morir, detener las horas y el correr de las nubes; en cambio el abandono es padecer en vida, es estar muerto aún corriendo las horas, aún contando el pasar de las nubes. Antes que tal suplicio, prefiero detener firmemente mis sentidos, es decir, morir. Declaro convencido, que el abandono es peor que la muerte, aunque hasta el momento solo conozca la agonía del destierro, lo cruel del mismísimo abandono, y no la muerte...

miércoles, 26 de octubre de 2011

Cómplice.

La Mañana Es Cómplice. [Esta frase a rondado por mi cabeza los últimos dos meses y acto seguido he continuado el relato de diversas maneras, que ya para este momento, para esta mañana, tales palabras se han esfumado, como la tibia espuma se desvanece tímida sobre la ola estrecha al partir nuevamente mar adentro].
La mañana es cómplice, y amo comenzar de ésta manera; se me ocurren tantas cosas que temo arruinar el comienzo con un sarta de disparates. Es, en otras palabras, la mejor aliada de mi insomnio, de mi vida noctámbula, de mi yo absurdo y latente. Es la reina, la dama seductora, la culpable. Es la sutil testigo de mis escritos, y aún no comprendo por que espero hasta este momento exacto para escribir. El jovial aire que trasciende los minutos, fresco de por si, me obliga a cubrirme con la manta, que simula ser la arena llena de nostalgia. Mientras las aves piden a gritos o mas bien a cantos que el día comience, mientras la claridad temprana me invade, mientras la mañana observa y mientras rutinariamente (fatalmente) todo pasa, pienso en esta tarde (la que se viene) y en la muerte de las horas, en lo trágico del tiempo, del olvido.
Pienso que le voy a decir a las 16:20 horas, cuando me pregunte: - ¿Psicómo estás?. Pienso, y ésta es la pregunta abrumadora, la pregunta que nos vuelve locos, que nos mantiene latentes: - ¿Duermo ahora y sigo alimentando el insomnio? Retóricamente contesta en silencio. 
Pienso, mientras lentamente me acomodo entre las telas de la cama; y con una leve y mesurada sonrisa, susurro: -...La Mañana es Cómplice... 

martes, 4 de octubre de 2011

A Pablo.

Oh! Pablo, dime ensueños que tus versos no han sido escritos para la misma dama
Dímelo para que me convenza que el amor no es uno solo
Dímelo para armarme de valor y emprender la búsqueda 
Oh! Pablo, dímelo para dejar de morir en silencio

Cada mañana y el suplicio del día efímero
Cada esquina solitaria y cada palabra citada
Todo me recuerda, absurdamente, que ya no la tengo a mi lado
Pero a su vez, que sigue estando en cada parte mía

Si el mundo entero fue testigo de esa vida
¿Cómo negar que padezco su ausencia?
¿Cómo negar que ni en los ríos encuentro la calma...
que ni en las flores, ni en la leve brisa, incluso en el inmenso cielo, encuentro la gracia?

Te suplico, Pablo, a ti que has sido quién me enseñó a amarla, que has sido cómplice
Me brindes los escritos del olvido, las palabras de consuelo
Dime ensueños que el amor está en todas partes
Enséñame la vida sin ella, enséñame ahora, a escribir para otro amor... 

sábado, 1 de octubre de 2011

3:49

Hasta el silencio te recuerda, tal como eras. Si ya no llueve y ni el leve viento corre, todo ha quedado paralizado, perpetuo. Desde Neruda hasta el canto de los pájaros por la mañana, cuando me desvelo, casi siempre, todo me remite a lo mismo. Los recuerdos vienen, me invaden sin previo aviso, se apoderan de lo que soy y me estropean. 
Pregunto, ¿Hasta cuando brillarán con tal intensidad? Y es que todo en mi desea apaciguar esas aguas. Y es que no logro seguir con la vida cotidiana, la que tenía antes. Sin ir mas lejos, existir en este instante es tratar de no ser yo, es decir debo rearmar lo que soy, con todo lo que eso implica. Me cuesta billones. 
Me atrevo a decir, sin miedo al ridículo, que este duelo es más difícil que la vida misma. Es mas crudo que la crudeza misma. Mas cruel que hasta lo que hasta este momento consideraba cruel. Entre idas y venidas, paso los días, estoy destruido. Debo considerarlo parte del todo que sigue un curso, debo reconocer que estoy padeciendo para sentirme vivo. 
Todo el mundo es o se siente ser opinólogo, lo cual esta bien, pero nada es tan fácil como opinar. No puedo hacer nada de lo que hacia antes, leer nada, escuchar nada. La mente no funciona.